miércoles, 29 de mayo de 2013

l'heure verte

El vidrio exangüe de la risa de Allen Ginsberg prueba el delito,
su aliento a bourbon guarece mi nuca extenuada de aeropuertos cuellilargos con vistas a la inmensidad obscena de Arizona,
abiertas de par en par las salidas de incendios a estos mis nahuas de ayahuasca resbalan por las páginas de la obra de Keats
de un trago a otro yo te agoto Allen Ginsberg
en la noche de verano yo te leo Allen Ginsberg

amanece en Les Deserts de l’Amour, despertamos perros del alba xántica en los suburbios simulacro de Oklahoma,
a cara o cruz siempre la cruz, monedas líquidas 100 $ bebibles con que alquilar la música de cañerías en las reservas indias
mientras mis años se diluyen en callejones asfaltados de latas de cerveza
nuestra banda sonora se parece cada día a un November Rain
tan dueños de lo fatal,
nosotros

desmiembras páginas En el Camino 40º a la temperatura Farenheit 451 para suplir las bajas de los licores que han hecho mella en la cordura,
por tierras baldías exentas de todo genio
Sólo tú  A l l e n   G i n s b e r g  sorteas la lluviosa Tijuana


Y yo apuesto en las timbas espirituosas la ropa a crédito frugal como buscan los rendidos asilo en Las Vegas
razones para estar vivos
tú me bastas A.G
Tejados a los merodeadores de la etérea psicodelia interrogante agave el cuerpo destila penas que también nos sobran
&
Tú me bastas allen ginsberg
en esta atalaya de felices años veinte depredadores de aquellas noches parasiempre
en el altar de una barra que engendra escritos con la tinta indeleble del cristal

para sellar las bocas al fondo de un vaso de absenta quemamos los divanes con bidones de chicharras ambarinas
para desgarrar los isquion de sirenas atrapadas en los tragos del mezcal atragantarse hasta vomitar el sexo en los portales                           nos amamos pendientes del parquímetro

bestia límbica el presente irremediable, destiladero añejo de metrópoli sin luna
fugaz tugurio a la espera de la combinación exacta

sea digno tu nombre que mi voz cambia para aliviar tu ausencia e incólume reverbera
que no,

que Allen Ginsberg no está muerto



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