martes, 25 de agosto de 2009


Alimento de botellas y sin narcóticos un mundo, navego sobre un cosmos de mil tonalidades y sin remos, bajando por cataratas imaginarias, me agarro una botella y no me voy hasta que no me la acabo, mis palabras se empiezan a arrastrar por mi sinceridad.


Unas veces me tranquiliza alejarme y flipar, inundo mi cuerpo de emociones fuertes y luego intento sacar ese agua con la realidad que hace que baje a este mundo de mortales, donde no existe ningún oasis. Otras veces me da miedo soñar con estos cuentos oscuros y sentirme solo, sin que nadie logre sacarme de esto.


Dime tu, si te gusta verme haciendo el equilibrista en esta cuerda de la locura. A mi me gusta, ver como te diviertes y no me lo dices. Dame un boli y te dibujo la luna lo mejor que sepa. O se lo compro a este hombre extraño del traje arcoíris. Te abandono y me voy a seguir bebiendo, beber cosas que no quitan la sed.


Me deslizo por tu pelo hasta que llego a una fiesta, le doy mi invitación y veo a amigos riéndose, quiero sentir ese rock and roll yo también. Bailar sin control, en cambio controlar y bailar eso ya es mas difícil. Deseo que esta noche no acabe. Me siento en un rincón porque si y espero, espero a que se me pase y sea un día normal, como ayer. Mañana repetimos.


sábado, 15 de agosto de 2009

Canción de noche

El aire y su compañera la noche me susurraban para quedarme. La soledad me ofrecía una sincera pero sosegada amistad en una cama de plata. Derrotado por la mas fuertes de las armas. Acobardado por lo imposible,… A veces me preguntaba: ¿de que servía tener a esa belleza a mi lado, si me dejaba llevar por ti? Clarisa siempre estaba callada, lo sabia y siempre se contenía sin decir nada. Aunque aquel cuerpo un día me hizo temblar ahora mi mente la tenia otro lugar, de colores claros y edenes ficticios, de pompas de jabón y noches en vela, de ilusiones muertas y sueños rotos. Ella aun siendo niña me observaba en mi manera de olvidar a la otra chica, no quiero recordar su nombre, con los puños cerrados y entre palabras entrecortadas por lamentos, notaba mis suspiros y me cogía fuertemente la mano, me veía lanzar cartas de ese balcón que había creado junto a otra persona, letras con voces que volaban y se quemaban en el aire pero forjadas a fuego en mis recuerdos. De vez en cuando Clarisa entraba en mi cama sin preguntar y me agarraba, me abrazaba fuerte hasta que el sol clareaba, en cambio yo revivía en ella noches pensando en otra, siempre la misma canción, siempre aquella voz de sirena y siempre aquel grito a la misma hora. Como decía Neruda: es tan corto el amor y tan largo el olvido.