miércoles, 10 de abril de 2013

LXXIX



Torna tierra el bocado que no brinda la MADRE
(César Vallejo)

Desmemoriada y descalza
solía sobre el fuego
sin cigarrillos prenderme,

como tungsteno ardiente
yo me recuerdo interrogante,
quién estrellaba las copas
se define vehemente
con vocación de llenar
de estrellas rotas
el suelo recién cortado.

Humana, más que humana pequeña,
creyendo saber de mí
y con mucho miedo a la ducha,
barro que siente euforia de ser barro
por temor a desgastar el aliento
de mi madre recién nacida,
como escondiéndome.

Haciendo estragos entre mis pliegues
la inexorable goma II de la distancia
desdoblándose caleidoscópica a cada paso
entre las arrugas que empezarán
a poblar mi frente.

Hoy sin dios,
mañana otra tierra,
pero a fiebre,
mordiéndome a dentellas
los tobillos calcáreos de mis cuentos,
sin lobo,
pero con caries

 avocada al 5 a 2 de la semana,
infecto de agujas mi inocente reloj de arena,

adulta,
así,
tan de repente 

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