miércoles, 4 de abril de 2012

las poetas de Madriz



Es inútil, tengo que escaparme de la tierra
(Los siete locos, Robert Arlt)

Amanecen al borde de las aceras,
Dios sigue en silencio

Las poetas de Madriz se patean las calles tristes como un domingo,
la cadencia de sus pasos destapa en sus cinturas kilómetros de grietas
que definen la geografía del Síndrome del Olvido.

Devastados sus cuerpos en el centro exacto de la carne
las poetas de costillas terrosas
relinchan súplicas salvajes por las calles de este tiempo sin madres,
potras huérfanas de toda hada madrina.

Al fondo de sus pupilas,
tabiques de agua les deforman la visión de las cosas,
labios rojos,
ojos rojos,
me miran sin mirarme,
las poetas de Madriz preguntan cuánto sé de ellas,
cuánta de mi vida es común a las suyas,
cuántas de mis heridas todavía me duelen,
cuánta sangre
… cuan poco me reconocen.

Las poetas de Madriz todas insomnes
todas rotas,
todas jodidas,
todas fuman,
se masturban con misiles
buscando la pirotecnia
del verso eterno, atemporal, definitivo.
Fuman mucho,
furiosas,
tejen una coraza de estrías de humo
dónde guarecerse de la falta de lluvia
que las empape las vísceras
y las devuelva el pulso a sus flores.

Brindan ebrias
las poetas de Madriz,
eligen su fracaso,
cada trago de vino les aquilata el aliento,
como peces se mueven
vagando prisioneras de un acuario
donde beben,
todas beben,
beben mucho,
se consumen sorbo a sorbo
evitando los espejos que hay detrás de la barra
para no encontrarse con la que no pudo ser,
se las distingue por su lejanía.

Y al cierre,
incapaces de quererse,
crueles porque niñas
se diluyen líquidas en brazos vacíos,
mudan sus vestidos del verbo “mudo”
en camas enteras
se entregan.

Y alicatándose el corazón
porque asustadas,
lloran,
porque la noche corta,
y la esnifan mal cortada
para endulzar la memoria
de la triste poesía,

rubias del bar
de noche,
morenas del tren,
de día,
las poetas de Madriz
conversan frente al espejo
sobre los diamantes y corazones
que no supieron jugar,

y rendidas,
al trágico diazepam,
sueñan
que en uno de esas cartas
todavía les queda
un nombre de Mujer
para cuando las cosas
se pongan feas.

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gules