miércoles, 11 de enero de 2012

Noche de Reyes -diálogo con Goya a las cuerdas de un banjo-

Aguarda nervioso bajos las mantas,
la madrugada más arrogante del año.
Se revuelve inquieto
y cuenta las mismas ovejas
que hace cincuenta y tres eneros,
con la impaciencia de la que fue
su efímera niñez.

Mamá siempre estuvo enferma,
y sujeta a una silla robusta,
sus palabras, pendientes de una bombona de oxígeno
le llegaban fatigadas a unos labios curtidos
de soledad prematura
y enfermedad incurable.

A ti te dejaron la vocación de la cura,
manos de terapeuta y bondadosa enfermería.

Me he preguntado tantas veces
si fue por Ella tu dedicación a la ciencia,
si por Ella te salvabas del primero izquierda
con los escalones más largos de todo Madrid.

Yo la recuerdo tranquila,
con sus películas de Sara Montiel y Marujita Diaz,
que para envejecer primero fueron jóvenes y bonitas.

La recuerdo en domingo,
Con las ideas tersas y la piel siempre en sonrisa,
tejiendo rebecas de lana que se nos fueron quedando pequeñas.
A mí me quedó todo por preguntarte,
si fuiste feliz no lo sé,
si te enamoraste del médico,
si te ibas dichosa y a dónde.

Pero lo que si puedo decirte es que criaste a un hombre bueno,
que aunque no tan delgado, y menos alegre de lo que me gustaría
nos quiere y nos cuida bonito,
y esta noche se revuelve como siempre le pasa este día
que parece que un enjambre de abejas
le sacude el corazón insuficiente,
¿O puede que recuerde otra vez dónde ha escondido el tabaco?

Le cuesta dormirse, ya sabes,
espera que mañana no estén desparejados ni rotos los calcetines,
porque su memoria le lleva recordando lo mismo cincuenta y tres años:
Sirve el cava, semiseco, tres copas, turrón duro y un barreño de agua con pan,
y los zapatos, limpios y relucientes, revisa bien sus calcetines
y a esperar…

Porque a la mañana siguiente el deseado tren eléctrico
le llevará a un verdadero seis de enero,
dónde las mangueras que te sujetaban los pulmones
eran los besos del abuelo.

1 comentario:

gules