miércoles, 9 de diciembre de 2009

dónde siempre pienso si me quieren



Dónde pueda recorrerlo con los ojos vendados
dónde los olores evoquen caricias mojadas
y me guíen por senderos amables como
hiciera el flautista,
ahí, quimeras marinas boquean encarando al sol
de Diciembre,
derraman entrañas de melancolía líquida
y guerras antiguas
dónde sirenas de bronce coronen sus aletas
y divinidades se doren al calor de los tambores,
dónde los leones guarden vigilia permanente
y rujan aullidos de nostalgia perenne,
ahí,
donde la fotografía fácil posa desnuda
en su remanso de paz urbana
y el asfalto se intuya tan lejos…
Dónde no existan velos de nicotina
que velen sus rostros descarnados,
ahí, en la corteza de una encina centenaria
B y M inmortalizaron un amor adolescente,
que nunca conoceré
Dónde desfilen etéreas
las estaciones de Vivaldi
y se juren promesas de eternidad
los amantes,
ahí quiero ser de bronce.
Porque ahí siempre llegas con el corazón tiritando,
con un puñao´ de letras tristes,
con un réquiem por la muerte de las hadas,
que agonizantes en su aleteo
desprendían lágrimas de plata azul.
Fantaseo con quedarme dentro,
con perderme en sus pulmones
cautivos al anochecer,
allí, dónde la magia no cierra por defunción
queda sitio para la raza mas terrible,
nosotros.
Millones de letras se acuñan en libretas
manoseadas por la pena
y la suspiros,
ahí Belial es más bello que cualquier ángel.
Ahí,
dónde las secuoyas provoquen claros de luna,
dónde la unión sea inminente
y la música andina me robe que corazón.
Ahí, me prometí con estas calles
y ahí guardo mis ilusiones y fracasos,
mis depósitos de esperanza y mis despropósitos.
En el Génesis del new-romantic
quiero sentirme atardecer en silencio,
ahí soy libertad y paz interior,
ahí pillé la soledad y me infecté de “amor”.
dónde ponga con tizas
“se donan orgasmos”
a precio de segundos de plenitud espiritual.
Ahí, dónde arrastren cadenas de apariencia,
dónde no haya temor a las almas puras
y las manos se entiendan
maleducas.
Ahí,
despojos de ruido sistólico quebrado,
retales de huesos congelados de olvido,
resquicios de esencias conocidas
que entren y salgan de los bolsillos
cansados
de tantas muertes prematuras.
Ahí, dónde estemos lo bastante solos
como para comprender que toda una vida
es demasiado para soportarnos,
dónde acabaré autodestruyéndome
para vivirme,


búscame ahí

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