lunes, 21 de diciembre de 2009

Cartas


Madrid, 6 de Noviembre de 1919


La tiniebla de tu ausencia empieza a tejer un manto húmedo de hojas alfombrando el Campo del Moro. Fumo, y el humo de mil cigarrillos asciende en volutas de color malva enrareciéndome la conciencia y tapizando los muros de presencias incorpóreas, que se me antojan tus curvas. Todavía se enreda tu olor entre las arrugas de mis sábanas, mis manos buscan ciegas tu sombra entre lenguas de niebla, que engullen vorazmente cada uno de tus recuerdos, me mantengo en dulce vigilia.
Revelé las últimas fotografías anoche y entonces yo también te engullía, te desgastaba de mil maneras...
¡Estoy sobreviviendo el otoño más triste de mi vida! Desde que no estás la noche es una cámara mortuoria dónde la melancolía me consume y añoro la dicha lejana.
Cuento los días que me separan de ti sentirte más cerca.
Te esperaré en nuestro “Oriente” particular siempre.
Mario

Madrid, 13 de Noviembre de 1919

¿Cómo podría olvidar tus ojos? Sentí que me rompías el alma a martillazos con esa petición. No quiero pensar que dudas.
Sin ti todos los días son grises. La atmósfera está viciada de un frío inusual, se augura un invierno gélido y sombrío. Coleccionaré todas las tormentas para empaparme contigo cuando vuelvas. Los negativos de esta semana me han prometido mostrarme los fantasmas que te visten, se me ocurren miles de razones por las que volverme loco, pero temo que las más importantes son las que quiero evadir. El insomnio acecha en la mesilla de noche, junto a tus rodillas desnudas, junto a tu mirada lejana que en blanco y negro me observa con una sonrisa difuminada.
He observado a un gato de ojos vidriosos rondar el Callejón de las Ánimas, se mueve con la seguridad canalla de los viejos músicos de la calle, ronronea un blues lastimero al pie del farol que hay frente a Casa Salvador. Fantaseo con la idea de que eres tú, que me envías compañía.
Patricia, tan mística, Patricia disfrutando de la lluvia que abraza a la tierra, Patricia sacando siempre lo mejor de las personas, Patricia, viva...
Sonrío mordiéndome las lágrimas,
Ruego al cielo o al infierno que me permitan volver a soñarte
Mario

Madrid, 10 de Diciembre de 1919

Siento la tardanza princesa oriental,
He empezado a montar una exposición sobre el invierno en la ciudad. Me animaron los chicos, dicen que paso demasiado tiempo sólo. Me sedujo la idea de poder incluir el reportaje del Cementerio de San Isidro que hicimos juntos, nunca nadie encarnó así la belleza de la muerte, todos coinciden en que estás rabiosamente bella, apocalíptica cual sensual pantera de la casa de fieras de William Blake.
El tiempo empieza a girar más deprisa, el viento sopla a nuestro favor ¿verdad?
Sueño cada mañana cómo será volverte a ver. Sería fantástico que regresarás con la Navidad, rezo a Dios para que te reúna conmigo.
Madrid se engalana para recibirte, luce dorada y coqueta, como los cuentos de Dickens. Puedo imaginarte en mis brazos disfrutando de la Gran Vía, inmortalizando la despedida de la primera década del siglo XX.
La nieve cubre lentamente las aceras como polvo de cristal azul.
Te espero impaciente Patricia
Mario


Madrid, 31 de Diciembre de 1919

Conservé la esperanza del reencuentro estas semanas alimentándola de carretes velados y cartas desde Moscow. Podrías haberme dicho que no había posibilidades, ya sé que piensas que el destino juega a nuestro favor, pero no puedo evitar el desconsuelo que me produce esta impotencia a la que nos tiene sometido los miles de kilómetros que como una zanja insalvable me impiden acariciar tu pelo.
Estoy desorientado en una ciudad que luce descarada ignorando tu ausencia, el vacío de tu voz me da motivos para gritarle a todos que me muero de pena, que esto es una hipocresía de felicidad temporera. Pero ellos no lo ven, ¡cómo iban a hacerlo! He estrenado esmoquin negro para despedir el año. Confío que el año que empieza me devuelva lo arrebatado. ¡Brindo por ti, Patricia! Brindaré las veces que haga falta…
Feliz año nuevo
Mario

Madrid, 3 de Febrero de 1920

Han debido de extraviarse en algún lugar, ya sabes como son estas cosas, es normal. Quizás la comunicación sea el reto de este siglo, me veo lanzando botellas al mar.
De todos modos no ha pasado gran cosa. Ah! La exposición sobre San Isidro gustó bastante y me han encargado un par de trabajos más. El primero sobre cerraduras y puertas con encanto, supongo que aprenderé algo. Pero del que voy a hablarte ahora es toda una oportunidad única. El jazz importado desde Estados Unidos reúne ya tantas adeptas femeninas que se ha desarrollado un subgrupo que han apodado “Flapper girls”, es inaudito pero ellas visten faldas cortas, llevan el pelo corto, escuchan y bailan jazz, ¡fuman y beben licores fuertes! Es todo fruto del liberalismo social, los americanos nos llevan décadas de adelanto. En dos semanas visitará Madrid Joan Geraldine Bennett sólo tiene 20 años ya deslumbra como bailarina, me han encargado el reportaje de su visita a España, estoy renovado voy a sacar lo mejor de ella, no creo que sea la mitad de bonita que tú, no tengo ninguna duda amor mío.
¿Todo en orden por allí?
Ya sabes que te quiero, el negro de tus pupilas vela en mis noches de soledad.
Mario

Madrid, 27 de Febrero de 1920

Patricia ya sé que las cartas no llegan con la regularidad que esperas, entiendo tu desasosiego, a mí también me pasa… pero ¿cómo iba a olvidarte? ¡Jamás!
No puedes imaginar lo frenético que ha sido este mes, el trabajo es agotador pero me ha recompensado tan gratamente que me siento un hombre nuevo, he recuperado la alegría que invernaba en mis mejillas, la imaginación se abre como un claro entre las nubes y los americanos están encantados con mi trabajo, me tienen como un “big cheese” Louisse se comía la cámara, ¡ah! Joan ha cambiado su nombre por el de Louise Brooks. Decía Rilke “la belleza consiste en el grado de lo terrible que podemos soportar” así es Louise, provocativa, hedonista, sensual, inteligente, terriblemente bella. Me han pedido un reportaje parecido al que te hice a ti en Lavapiés, con ella y otras dos americanas. Viven con los labios a prueba de besos, saben como conquistar a todos prometiendo belleza indómita y sexo a golpe de jazz. Seguro que te encantaría, cuando vuelvas te haré una flapper de los pies a la cabeza, convertiré tus curvas en mito…
Te envío unas fotos a ver que te parecen.
Love
Mario


Madrid, 2 de Mayo de 1920

La ciudad resplandece con los festejos del 2 de Mayo, esta tarde se representan sainetes en Malasaña y Lavapiés. Voy a llevar a Louise a la represtación. He recibido un reconocimiento por el trabajo con ellas y el equipo ha organizado una celebración para la noche del sábado. No vas a creerte lo que ha pasado, ¡me han ofrecido la oportunidad de exponer mi obra en Nueva York! ¿no es fantástico? La vida está de mi lado y el éxito al alcance del objetivo de la Phaté Baby, después de tantas instantáneas de la ciudad de mis amores, después de tantos negativos pacientes.
El diez tomamos el vuelo, será la primera vez que suba a un avión, estoy ansioso por llegar allí.
Me alegro de que tus padres se hayan adaptado bien, deberías imitarlos la vida no espera cielo. Bueno, aunque no quieras cortarte el pelo a lo garçonne serás tan hermosa como ellas. Me hubiese gustado verte así, a Louise le queda tan bien…
Besos
Mario


Nueva York, 24 de Mayo de 1920

Patricia, ¿pretendes creer todo lo que sale en la prensa? ¡oh Patricia, de verdad! Eres la última persona de la que me esperaba desconfianza, siempre te creí infinitamente más inteligente que al resto. Además, ya sabes como son los Yankees ¡sensacionalistas!
Louise está horrorosamente afectada por tu reacción, leyó tu carta y se siente injustamente el blanco de tu ira. Hemos pospuesto la sesión del puente de Brooklyn para mañana. "I have to go see a man about a dog" es su forma de decir que quiere comprar whiskey, me voi acostumbrando a su particular argot.
Por favor Patricia, no llores cielo, es normal que estés dolida, pero confía en mí, no tengo nada con ella más allá de la profesional y la reciente amistad que te describo en mis cartas. ¡Sonría anda! Todos me preguntan por ti, recuerda que estoy aquí por ti, por nuestro futuro, por nosotros. No todas pueden decir que han posado para Mario Gara, siempre serás mi musa particular.
Mario


Madrid, 27 de Julio de 1920

Claro que recordé la fecha: 30 de Mayo de 1916, detrás del viejo ángel de mármol del Cementerio de San Isidro. El epitafio de aquella lápida rezaba versos de Garcilaso “serán cenizas, más polvo enamorado”. Después nos enteramos de que yacía allí un trovador de 1849, Sabino Martínez, natural de Úbeda y enamorado de Madrid. Lo recuerdo perfectamente, sobre la losa descansaba una rosa blanca recién cortada, parecía desafiar al vacío que ahogaba la escultura. Aún puedo olerla… Nos juramos amor eterno mientras se apagaban las velas.
Siempre que volvimos allí la rosa se mantenía intacta. Nos preguntamos quién dejaría aquella flor misteriosa, nos obsesionamos con aquel lugar que nos parecía tan íntimo. Como aquella flor fresca e inmortal, tus letras fueron llegando cada semana. Y como la persona que la dejaba y nunca veíamos, tú no te dejabas ver. Mi memoria se convirtió en un Edén de prosa y espejismos que se negaba a olvidarte, y aunque autómata, me mantenía vivo.
Con cada una de tus cartas la esperanza se filtraba por las vidrieras y se evaporaba al posarse en las cuencas de mis manos. Disfrutaba del olor que me traían las tierras lejanas, del tacto del papel húmedo, de tu caligrafía impoluta.
Anhelaba ver escrito un “vuelvo en tal fecha”, no sé, cualquier resquicio de la certeza de un viaje con destino a casa. Y al final, repasaba desolado cada una de tus líneas buscando una escusa que te acercara más a mí. Acababa extasiado del dolor que me provocaba tu ausencia.
Cada cuartilla tuya era una invitación a aquel paraíso maldito que no supe rechazar, hasta que se abrió un abismo de soledad y me hundí en él.
Los amigos, la familia, el trabajo fueron animándome a abrir los ojos, a salir, en definitiva, a vivir. Luego se presentó ese golpe de suerte y aproveché su ofrecimiento, no sin miedo. Aproveché la oportunidad que se me presentaba, me bebí Nueva York, me sentí tan realizado. La recompensa del trabajo reconocido me llenó de ganas, me llenó de esperanzas y pensé en mí como hacía tiempo.
A la vuelta a Madrid hace una semana, visité la necrópolis, primero con miedo, luego con nostalgia. Y al llegar dónde siempre, me dio un vuelco el corazón.
La rosa blanca no estaba.
Agitado busqué alrededor de la escultura, era un día de tormenta y pensé que el viento la habría tirado. No la encontré. Entonces, me acordé, busque a ciegas en el hueco que hay entre las alas del ángel y encontré tus fotografías. Seguías allí Patricia, preciosa con tus dieciséis, diecisiete y dieciocho años… se me nubló la vista al tenerte entre mis manos, besé tu rostro y sentí frío… ¡Dios, tú seguías allí riendo con el candor de tu adolescencia!
Me deshice.
Apreté los puños, cerré los ojos, regresé a aquel 30 de Mayo de 1916. Llevabas un vestido blanco muy corto y el pelo te caía muy por debajo de los hombros, y estábamos nerviosos, porque no sabíamos como hacerlo ni que iba a pasar después. Pactamos cerrar los ojos y acercamos nuestros labios hasta quemarnos… y luego sonreíste y me ruboricé, ¡me había besado un ángel!
Otra vez 1920. Lloré obviando cualquier pose. Entre sollozos escuché unos pasos a los que no dí importancia hasta que los sentí a mi lado. Una mujer de mediana edad se acercaba al mauseolo con una rosa blanca que destacaba con el carmín de sus labios. Su atuendo negro se ajustaba como un guante describiendo una anatomía precisa y el pelo, igualmente negro ondeaba largo otorgándole un aire de femme fatale que denotaba sufrimiento. Posó la rosa, después sus ojos sobre los míos, y al encontrarme con su mirada hallé dolor, hallé nostalgia, hallé rencor, hallé amargura… y vejez camuflada en un cuerpo bello, pero que se consumía por dentro.
Entendí que esos ojos no eran los suyos, sino el futuro reflejo de los míos, de los tuyos, y así me mostraba su desdicha, nuestra condena. Quería decírmelo, no, quería mostrármelo para que lo sintiese.
No quiero convertirme en eso, sirena varada y naufrago perdido. Esperando un mañana incierto, viviendo en la penumbra de un tiempo pasado mientras nos convertimos en dos extraños.
Me voy a Nueva York, empiezo una vida con Louise, supongo que lo sospechabas.
Te deseo lo mejor de esta vida, te lo deseo porque sé que eras capaz de sacárselo.
Jamás te olvidaré.
Mario


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