martes, 20 de noviembre de 2012

Back into the past (o las vacaciones de Sailor)



Algo no va bien,

la cordura tensa los labios
del color de la corriente alterna,
dos rayas peligrosas de alto voltaje
dónde anidan los relámpagos
siempre a punto de tormenta

Mi cuerpo es una torre de alta tensión,
un cruce de cables de arriba abajo,
que ni siquiera se rozan,
rodean mi corazón de ojos caimán y pétalos de bisturí
circundado por las brasas
de la calavera del peor de los Sioux.

Un chaleco de explosivos
cobija celoso una bomba de relojería
bajo una costilla cualquiera
en uno de mis cuerpos,
incapaz de estallar de una sola vez,

inutiliza mis piernas a cada explosión,
dos imanes contrarios al suelo desimantados de toda raíz
ruedan inválidos sobre el asfalto negro de vuelta al sueño,

algo no va bien,

se me saltan los puntos del ayer,
se me desatan los años en la cara,
los nudos de los puños se vuelven contra mí
haciendo que la bebida sólo me produzca malos despertares.

Cómo una cunda,
mi corazón se recorre las alcantarillas a cualquier hora
en busca del pico definitivo que acalle a mis monstruos,
y corre a envenenarse de tu mano áspera, aunque experta,

y yo ya no me miro en los espejos,

me miro en los retrovisores

que diseccionan la sangre con el pasado de fondo,
y veo mi boca arrodillada
a la altura de otras risas que no eran la tuya,
me miro
y no me gusta lo que veo,
mis 15 infectados de santería,
mis 16 sola, sin amigos,
a los 17 borracha y loca,
manchados mis 18 con la esperanza de los 19
que renegando de lo 20 rompían a hachazos contra los 21…


desde entonces la ropa interior,
toda, toda se me quedó grande.

Algo no iba bien,

mi esqueleto me abandonaba cada noche
pateándose autopistas interminables
a golpe de pulgar e instinto
buscando un continente con cuerpo de rock
y cara de Rolling,

después se iba
a la temperatura que arden los dientes,
desintonizando en la radio
las crónicas de sucesos
y ensayando caritas de terciopelo nuevas,

desaparecía a la velocidad
del que sabe sus noches contadas,
entre las aduanas de las gasolineras
dónde repostaba 95 octanos de música country,

-         Algo no va bien – decía,

y antes de que amaneciera
se repetía siempre lo mismo:

-        Mañana volverán los amigos,
entonces yo inventaré un final apropiado,
dónde a la noche no seré la misma vestal
de lata de conserva de siempre,

con el mismo desfibrilador bajo la almohada  -



Bukowski Club,
16 de Noviembre de 2012

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