miércoles, 4 de julio de 2012

toque de queda




Lo poco que teníamos que ver con esas calles de mujeres a  las que la saliva le sabía a diez mil pollas de camioneros solitarios,

nosotros que empezamos admirando la gabardina de Camus y las resacas de Bukowski que tanto molestaba a los hombres de las levitas,

que no sé si como ellos, pero tampoco teníamos mucho dinero, y siempre,  como las primeras veces, nos pateamos estas calles con los bolsillos llenos de poemas a medias,  cuadros de Magritte, y demás rosarios tan del gusto de predicadores y mitómanos.

Que sin pretenderlo  entendimos que en el mundo que se expandía, todo rodaba fútilmente hacia la destrucción del status quo, y cómo no nos gustaba, sembramos de romances los baños de los bares, porque no  éramos los descarriados de los que hablaban los tabloides sensacionalistas del mundo,
nos querían defenestrados con sus tajos de silbatos con que recortaron las noches y las pastillas para dormir que nos habíamos prendido de nuestras plumas,

como gozosas piras a punto de eternidad, aviso,  incendiaremos las calles de la moderna Madrid exhibiendo en los ojos los disparos que tenemos preparados para cuando las cosas se pongan feas
(y aunque no os guste seguiremos apostando por la belleza para combatir vuestra pandémica sumisión)

Nuestras lunas no se rendirán al mandato de ningún sol grotesco que queráis vendernos, desparramado de frío, ansioso de médula, cómo si no hubiera tenido suficiente con los huesos de un dictador.

Si avivamos las hogueras no fue más que para desintegrar una historia pretérita que enriqueciera nuestro presente, las nubes de humo son sólo las desbocadas ideas que zumban con fiereza bajo la tapa de nuestros sesos,

día tras día, día tras día, día tras…

La primavera no es más que el primer animal en fuga de esta celda de castigo, que empezó por desnudarnos un poco más la piel para tensar las 16 cuerdas del cuerpo, único perímetro apto para la violencia.

¡Tantas veces me han entrado unas ganas locas de devolveos las piernas con que las patadas a cambio de la voz de mi sirena! De romper las estatuas de todos los que les pesa mi yo lo mismo que un documento anónimo para inmolarme el olvido de encima.

No,

no será vuestro aliento volcánico capaz de apagar tanta sed dérmica,

ni habrá prisas de selva capaz de desgastar el cuerno de nuestro rinoceronte,

no habrá ausencia de paz,

ni salvajes tijeras,

ningún toque de queda que haga de nuestro corazón 

suburbio

1 comentario:

gules