jueves, 23 de febrero de 2012

Manifiesto escapista


Vivimos en una orilla del río, la orilla de la Gran Luz.
A la otra orilla del río, la orilla de la Gran Noche,
es a dónde debemos ir.
(Romeo Dolorosa)

Huimos del calor disolvente
que al mediodía despuebla el mundo.

Huimos de la madrastra patria
que frustra el sueño beatnick
con presagios de una caída
sobre el encapotado abismo.

Huimos del vademecum de la gratificación instantánea
que proponen medios y ministros.

Huimos de las ciudades sin centro,
porque las ciudades sin centro
son ciudades sin alma.

Huimos de la casa de los padres,
para dormir en moteles dignos
de las peores perversiones de Alfred Hitchcock,
del que hasta el diablo reniega.

Huimos de las cuentas que alimentan
el prodigioso collar de la oferta y la demanda,
huimos para escapar de la gorda muerte
que acecha la decadente Europa,
abandonada a toda suerte
de corregir su derrota.

Huimos por las cañadas de vías férreas
que zurcen el pecho de la metrópoli Matadero,
dónde se persigue a la rebeldía
que amenaza el cártel de la corrupta democracia:
Paraíso fiscal,
(el término paraíso perdura
y no le hace justicia)

Huimos con el corazón izado,
corajudos jinetes, indomables profetas en tierra hostil,
dónde la aridez de las frustraciones
y el rigor de los vientos del sur
no ha hecho mella en nuestros cráneos,
aquí, todavía, la esperanza es nación intacta.

Huimos de la dormidera mescalina
que produce en cadena la maquiladora del conformismo.

Esteparios,
extranjeros,
jugamos a resucitar la apachería con versos salvajes,
y mientras vosotros estandarizáis la felicidad vía whatsapp,
nosotros bailamos sobre las mesas con las espuelas puestas.

Por eso a la noche,
igualadas todas las sombras,
huimos con la aguja apuntando en la misma dirección:
Siempre al Oeste de vuestro oeste,

nosotros,
exiliados y poetas,

carne de la misma calavera

2 comentarios:

  1. Enorme, Tauler!
    Qué bueno es enjugarse los ojos con tus divinidades.

    Guerrero

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  2. Eres la primera muesca en mi revólver...
    cuando ya empezaba a cansarme de otear los horizontes de poniente, has aparecido, como un ángel, y tus palabras replican en mi como un salmo. Gracias, encanto, te invito a seguir husmeando por la Frontera, aunque se nota tu pericia en el filo. Yo por mi parte daré buena cuenta de tus excesos que son los míos a este lado del sueño.

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gules