Para descorregir mi error destrozaría mi boca,
de aquellos dientes me arrancaría la porcelana y hasta la
leche,
prendería el álbum radiográfico que diagnosticó con
iatrogénica deslealtad mi equivocada Vocación,
con acariciar el percusor me bastaría.
Engulliría un piano tras otro hasta fundar en mi garganta la
nueva Tin Pan Alley,
opositaría a Gato de Cheshire,
a cocodrilo en Nunca Jamás,
mi mano derecha se convertiría en un garfio con que
destrozar mi boca,
hasta interrumpirme,
me desgarraría, como en La Isla,
con las verdades que a medias me cuento para poder dormir,
la munición blanco Bata de los barbitúricos a mano,
siempre a mano,
me rompería en fragmentos imposibles,
destrozaría mi boca a prueba de corajudos bruxopatas
hasta arruinarme
Las vallas de mi silueta esconderían el crimen sin hacer
preguntas,
con destino incierto, sin remitente,
en un lugar muy muy lejano recibiría mis restos un Agente
Especial,
sería tan romántico,
habría superado la vida en dirección contraria,
me habría vuelto infantil y desobediente
calada hasta el sombrero de amnesia anterógrada a las
meninges,
como la niebla ocuparía las mañanas,
anochecer sería el mejor acto de lucidez
mi calavera haría las veces de luna llena.
Al fin mi piel de harapos pujaría por bellas sombras,
le quitaría el bozal a ese mi instinto,
me buscaría otro vientre dónde el hedor a nostalgia no
hiciera daño,
pondría otro nombre a mi rifle monosílabo,
empezaría de cero
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