Mi corazón no busques, fue pasto de las fieras.
Ahora es cómo un palacio saqueado por las turbas
(Charles Baudelaire)
Esta es otra muestra más de mi autopromesa fallida,
recompongo los pedazos de los papeles que desecho por las mañanas, duermo cómo
el que duerme con la mecha sujeta entre los dientes, si me inmolo o no poco
depende de mí, al menos de mi yo consciente. Una vez más, mi otro yo, el gran
simulador, prefiere así arder, quemarse a lo bonzo sobre el papel, a ver si de
una vez, la yaga se vuelve callo.
Repito, consciente que será la última vez, que este será el
último trago de keroseno que acepte, más no respondo de los actos de
subconsciente.
Si acaso soy yo misma el remedio, acaso el antídoto contra
mi tristeza, me apiado de todas aquellas, psicólogas de pro-vocación y postura
fácil, porque la falta de empatía, lo digo de corazón, a mí me produce pena,
¿pero y si acaso yo soy no más que un daño colateral cualquiera? El coste
asumible en aras del progreso, 3 pastillas de soma antes de dormir, dirán,
avancemos entonces.
Pese a las advertencias, decepción, pregonada, plomiza, de
seguido, en masa, a la fiesta del dolor siempre acuden invitados de más,
oportunos comunistas de papadas hinchadas, repartidores de falsa compasión,
recaudadores inquisitivos de gratitud, infectados hasta el tuétano de egoísmo,
ceguera y cobardía.
Desprecio vuestro entremés plano, anacronismo tan pobre no
tiene cabida en mi potencial vida, más allá de éste, vuestro estúpido teatro de
máscaras.
Me expongo estos días, menstruo y vomito sensaciones en cualquier esquina,
prometo curarme así de esta inesperada emboscada, que me ha dejado los puñales
ensartados en la espalda, uno por cada momento dedicado, y se ha perdido después
entre las turbas. No tengo intenciones más líricas que estás líneas sean mi
mejor vendaje.
Ladro a los cinco vientos, (el último me está naciendo) como
perra de presa que se anuncia: soy una mujer peligrosa porque estoy dispuesta a
la sobrevivencia, ladro asquerosamente fuerte y en todas partes para espantar
el odio de mis huesos, que no quieren ser baúl para nostalgias,
que se dobla antes que partirse, que par -
tir - se
Se me ve venir, previsible,
innegable animal de corazón cojo y arponeado, herida si, pero transparente…
mi consciencia está desnuda, mi úlcera de frente.
Definitivamente no soporto este tiempo híbrido, de lluvias
insuficientes para devolver al paisaje su primitivo verde, pero si lo
suficientes para privarle de su exultante amarillo,
aflójense las hojas los pantalones,
desátense los robles sus cabelleras,
descúbranse las “corderas”
sus verdaderas pieles.
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