ya no os necesito mujeres de este mundo (...)
que tengo a la Diosa
(Victor Sierra)
Tamiz de miedos que torna
aliento
el temor a fracasarme,
besarte es un acto reflejo
de mi clavícula
que amansa los escombros
del café temprano
si pienso en la magia
negra
que tras el biombo la vida
acecha.
Quiero hacer inmortal tu
piel,
la más dorsal de mis
espinas,
aprender a no romperme
a veces me cuesta tanto…
Y mi fiereza volcánica
pasado es Alisio dócil,
me asusta que me conozcas
y no te guste,
no te puedes ir,
te digo,
yo sólo se ser niña
y tan tuya.
Amazona atemporal,
mi yo, mi vuelta a casa,
nido que a vientre acuna
la alquimia milenaria de
la especie,
el más cardinal entre los
puntos,
savia que siempre
asciende,
mina de talismanes,
la última de las
Petrarcas,
para mí refugio,
por mi aspirina de color
hada,
mi libación, mi Egipto, mi
Normandía,
la prueba de ingeniería
corporal más exitosa,
la movediza, la tibia y la
dorada,
la que anuda el pelo a las
ventiscas,
la que no entiende porqué
Alabama
la que me hago grande en
tus ojos,
por la que no os necesito
mujeres de este mundo,
bohemias, Judy Garlands,
tecno-granjeras de
Arkansas,
por la que os cambiaría
cien vidas,
odontólogas,
poetas,
la más real Diosa y
Pangea,
la verdadera entre las
Olimpias,
la creadora,
la más mujer
la primera,
la segunda
la diez y todas
la mía.
Libro de los Hipógrifos, capítulo 2º
(5 de Mayo o algo parecido)
(5 de Mayo o algo parecido)
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