miércoles, 18 de abril de 2012

4 dedos


Para cambiar la vida sólo es necesario subirse a un tren con destino incierto

Pensamiento recurrente me acelera el pulso a medida que el tablero se dispone para la estrategia final, descubriendo, cómo el juego se ha vuelto, primero asfixiante y luego sucio.
Derramada la miel, queda el cuerpo mercenario, triste e improvisado “The End” de alfileres, remiendos y malogrados reproches. Mientras que el aire se enrarece de cuchicheos y cuchillos a nuestro estúpido orgullo se le hinchan las distancias,
y siento cómo un montón de máscaras de por medio se dibujan labios generosos y un par de oídos comprensivos para jugar al carnaval de los amigos.
Me he reído de todas ellas hasta ahora: bajo el silencio despreocupado, tras el teléfono mudo, como la misma ausencia. Tonta me he creído (y me creo) por encima de eternas amistades de un cuatrimestre, y me encuentro en este abril invernal, dónde el tiempo se ha quedado detenido, y que algo me pesa más de la cuenta, y noto que en mi corazón anida el plomo tras la migrada primavera, porque antes, simbióticas las mismas rosas que hoy adornan distinto nichos. ¿Y quién soy yo para decirte que no existe pétalo que arraigue sin raíz en esta tierra?
Así que prefiero disfrutar de mi poco tiempo con los mismos de siempre a tener que coserme una sonrisa falsa a un disfraz hipócrita de oportunista, prefiero mi compañía a comer “acompañada” con quien no lleva amor en los brazos, y me ofrece el oro y el moro a precio de simpática actuación dónde no me siento especial, ni querida.
Y mientras yo, con una intimidad preciosa en reserva desde que hace meses mis inquietudes, mis preocupaciones, pero sobretodo mis triunfos maceran en la mejor tinaja que tengo, y cómo has decidido que cómo el vino te gusta blanco (y eso lo sé, porque te lo he preguntado muchas veces) no te importa mi feliz tinto.
Por eso que paso de papeles secundarios, o en términos de cocina, de segundos platos.
Siempre dicen que sobran dedos de una mano para contar los amigos,
pues bien, yo me he bajado las bragas y no encuentro el puto código de barras que me pone precio,
así que entiendo, que me están cortando un dedo,
y tengo claro que para mí no va a haber puntos de sutura,
ni prótesis que lo sustituya

y la verdad,
me duele.

1 comentario:

  1. Uaaaahhhh niña !
    bruuutaaal
    No tiene desperdicio.
    Solo una cosa. a mi me gustan los pétalos que arraigan en el aire, sin hipotecas. pero...vamos, por poner una pega.
    Enhorabuena
    Besos

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gules