Día 17 de Marzo de 2015, Emilia recibe el alta,
Vivo colgada de la rueda que fue
el columpio,
tu nombre,
mis pilares ausentes sustentan
este montón de letras tristes que se niegan a medicarse, para mí ya no es américa,
sino Diciembre
viro en un clip de Manson conduzco
un Lincom fúnebre a través de la cinta de Moebius,
tanto es el miedo a medirme con
los cinco elementos…
tengo veinticinco años,
soporto veinticinco años aún
contra la tierra domada que debía ser mi herencia,
este calvero infame se funde hasta
ocupar la trampa,
denigra mi rostro,
esta tristeza que tan inexplicable
me asusta, me duele sin tregua,
mordisquea mis huesos de Viejo
Mundo como una blasfemia conquistando hasta la inanición mi hambre,
éste, mi cuerpo es el nuevo Canaán
silábico, jeroglífico,
compulsivo,
no es culpa vuestra mi indefensión,
dicen,
yo era una muchacha utópica y
esmeralda,
podía tragar litros de bebidas
blancas sin más problemas que la pronunciación fútil,
donde este erial sin más cercas
que el espino del miedo vivía una muchacha-río, de laurel y carnívora que
creyente en el apotropaico efecto del Hombre, se acogía a los libros sagrados,
capaz de comer lo que los hombres
comen, qué eran, primero Amantes y después hombres,
ignorando que la selva acaba marcándote,
por pura yuxtaposición,
qué engaño el de las ciudades dónde
se mide el peso del agua, con aparatos también para desentrañar la composición
del aire, como hollando las crines de un indomable con la fuerza endemoniada
del progreso,
la misma que nos hace amarga la
relación con nuestro esquela:
esta podría ser mi historia,
mas nunca será mi patrimonio:
I
Allan Washlobsky, Polonia, 1 año
después de la caída del Muro,
sus dientes desaparecieron tras el
telón de acero, su cuerpo, todo, es un desguace de arsénico y opio,
un hermoso laboratorio para el
Proyecto Estragos donde la benzocaína alivia el dolor que causa la
superviviencia en el pantano
-
Doctora, llevo un año,
3 meses y seis días limpio, si va a pincharme tiene que saberlo –
le duermo,
su voz es un aguacero de agujas
que infiltra inmisericorde mi suerte,
Allan,
te miro y te juro que echo de
menos la Guerra Fría
con toda mi alma.
II
Negro el ángel se derrama impasivo
como cerillas ardientes sobre mi cuerpo,
sobre mi culpa,
decidimos comernos con diligencia
suicida,
pues la calavera de un hombre es
lo más cercano a la intimidad cuando la distancia impera
y en Kioto sólo seríamos viejos
fardos,
así que advertidos de cual es la
relación que nos hace presos de este corsé de carne,
así recorro tus trígonos, tus
maxilares, la cortical externa,
el suelo de la boca, esa
localización terrible,
y me consuela saber que lo demás
es Winstrol,
y hormonas,
repito,
solo son hormonas,
repito…
solo hormonas…
III
El Señor es mi pastor, nada me falta,
en verdes praderas me hace repostar,
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas,
por más que camine por cañadas oscuras,
nada temo,
Cabalga, el torso eléctrico, y lo
recuerdo recostado en el capó de una berlina blanca serigrafiada como “Reformas
Gabriel” M 6697 TP
tan peligroso como un incendio en
los Monegros el hijo de Anaïs Nin,
un transatlántico de turistas
alemanes celebrando el October Fest en la Antártida ,
su sexo curvo, una letra de Led
Zeppelin soberbia,
un enorme vaso de vodka que
engullir de una sola vez si le pones empeño
a sabiendas que vas ahogarte,
sin pensar en el VPH
o la elasticidad de tus cuerdas,
o quién es él,
Me mira y sé que continuará el mal
tiempo
pero su cabeza es un loquero
sumamente erótico donde se celebra el fin de los Días todos los días
sin la menor idea del significado
de la palabra colmo,
arrojarse a él era arrojarse al
foso de los leones,
imprevisible y divertido como una
playa de surfistas,
acostarnos, un jodido espectáculo
de Monster Truck,
Qué armería de bellos destierros
en cada punto de su anatomía abrasiva,
cómo podía ignorarse peligroso …
¡durante ese tiempo prácticamente
no dormí! jamás encontré la calma en los brazos de San Metralla,
qué mi recuerdo sea el de
entonces,
tan trágico,
recién llegado y con la boca desbordada
hasta el trismo,
Ahora lo comprendo, porque para entender
la belleza de aquellas playas,
necesitamos decirlas adiós.
IV
Quiero permanecer despierta y
lúcida para contar lo que voy a contar,
no amaba su tono de voz,
su tono de voz flemático y sureño
como el propio Missisipi contaminado de ginebra,
vadeaba mi nuca silencioso,
el mismo silencio que el de una
unidad de grandes quemados,
pero con él sabía que ganaba
desnuda,
me obsesioné con su sangre,
su sangre marcándose explosiva
como mechas de dinamita a punto de volar la dermis del antebrazo,
la sangre que tan perfecta quedaba
en los teasers del porno ciclado,
qué fácil fue ordenar con él mi
cabeza como un estudio de grabación, con bombillas de camerino y terciopelo,
y decirle:
- Tú para mí eres Charlie Seen y
escaparemos juntos más allá de las Malas Tierras –
qué fácil decirle,
- Tú para mí, Lestat, porque vivir
degrada –
- Tú, para mí –
…
y así pasaron los meses,
sin noticias del termómetro y
entre botellas de cava,
y esa sangre.
Naturalmente, como en todas las
historias serias nos acostamos la primera noche,
y como en todas las historias
serias,
esa felicidad domótica no estaba
incluida en la economía del sistema,
V
Jesse cocinó para Nancy toda la
noche,
el semáforo pasó del verde,
un tipo empieza a limpiarles el
parabrisas con un trapo manchado de sangre,
para el agarofóbico el automóvil,
último de los espacios de libertad, una de las últimas zonas de autonomía
temporal ofrendada a los humanos,
Nancy observa la garganta escorada
de Jesse, el ritmo dextrocardiaco de la respiración del Chevy por encima de las
cumbias de la radio latina,
sube el volumen hasta la altura
del terror que les provoca la falta de dexedrina.
AVISO: Para besarse con Jesse
necesitas al menos, una escafandra y un arpón bien afilado,
sus labios de manglares plagados
en el valle sin caminos de la locura precoz podrían llevarte al Infierno antes
de que acabes de contar tres, dos…
Nancy lo sabe, pero necesita la
pasta,
Jesse siempre decía que la gente
tan pretendidamente nocturna da la impresión de decorado,
aunque no parecía demostrarlo,
apreciaba la compañía de Nancy más allá de lo que ella supondría para cualquier
presidiario,
la enseño a disparar amartillando
para añadir dramatismo a su rostro, su rostro que era la envidia de cualquier
secretaria tímida.
Un día, sencillamente desapareció,
no le sorprendió,
Jesse solía decirlo,
-
Avisar siempre,
aburre-
VI
Control
Cuando dices seres queridos estás
matando a tu familia,
durante el invierno de aquel año
pasé meses sin encontrar una buena razón para no beber,
cáncer, insuficiencia cardiaca, herpes zóster, parálisis de
Bell,
Llevo casi nueve meses para
escribir el poema y ya apenas leo,
Estenosis aórtica, neumonía, depresión
acallé las voces que pugnaban por
mi próxima identidad,
a cambio Úrsula me dio estas
piernas,
perdón por el silencio, la
ausencia, los mensajes sin contestar, los libros amontonados, Compañeros,
mi dolor ha sido un hangar de
nihilismo desproporcionado,
-
Yo te diré cuando te
quema –
-
Me duele, Russell –
-
Yo te diré cuando te
duele – dijo él,
Pero vencido el temor a la
inercia, no queda otra que jugársela sin ningún plan,
y eso es insoportable, para mí es
insoportable,
sin la esperanza, sin la fe ciega
que le tengo a la ciencia, no habría aguantado ver como envejecía antes de
cumplir los cincuenta,
no habría aguantado ver como se
marchaba y dejaba el precipicio apunto de otra caída libre,
dibujando los límites día tras
día,
trabajo, entrenamiento, trabajo,
entrenamiento, trabajo…
cada noche, a la vuelta, podía ver
el sitio donde había tenido el collar, las correas,
el arnés e incluso las bridas,
roturar la tierra en perfectas
líneas rectas,
no salirse del surco,
esos primeros y cruciales surcos.